miércoles, 13 de mayo de 2015

TUBOS DE VACÍO Y TABLEROS DE CONMUTACIÓN

Después del fracaso de los trabajos de Babbage, fueron pocos los avances que se lograron en la construcción de computadoras digitales hasta la Segunda Guerra Mundial. A mediados de la década de 1940, Howard Aiken en Harvard, John von Neumann en el Institute for Advanced Study en Princeton, J. Presper Eckert y William Mauchley en la University of Pennsylvania y Konrad Zuse en Alemania, entre otros, lograron construir máquinas calculadoras usando tubos de vacío. Estas máquinas eran enormes, y ocupaban cuartos enteros con decenas de miles de tubos de vacío, pero eran mucho más lentas que incluso las computadoras personales más baratas de la actualidad. En esos primeros días, un solo grupo de personas diseñaba, construía, programaba, operaba y mantenía a cada máquina. Toda la programación se realizaba en lenguaje de máquina absoluto, a menudo alambrando tableros de conmutación para controlar las funciones básicas de la máquina. 

No existían los lenguajes de programación (ni siquiera los de ensamblador). Nadie había oído hablar de los sistemas operativos. La forma de operación usual consistía en que el programador se anotaba para recibir un bloque de tiempo en la hoja de reservaciones colgada en la pared, luego bajaba al cuarto de la máquina, insertaba su tablero de conmutación en la computadora, y pasaba las siguientes horas con la esperanza de que ninguno de los cerca de 20000 tubos de vacío se quemara durante la sesión. Prácticamente todos los problemas eran cálculos numéricos directos, como la producción de tablas de senos y cosenos. A principios de la década de 1950, la rutina había mejorado un poco con la introducción de las tarjetas perforadas. Ahora era posible escribir programas en tarjetas e introducirlas para ser leídas, en lugar de usar tableros de conmutación; por lo demás, el procedimiento era el mismo.

MARK I

TUBOS AL VACIÓ



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